Cuando era pequeño, Cosroes (más tarde Cosroes I, rey de Persia) tenía un
maestro tan bueno, que le hacía obtener resultados brillantes en todas las
disciplinas que le enseñaba. Cierta tarde, el maestro, aparentemente sin
motivo alguno, lo castigó con gran severidad.
Años después, Cosroes subió al trono. Una de las primeras medidas que tomó
fue ordenar que le trajeran ante su presencia al maestro de su infancia para
exigirle una explicación por aquella injusticia de antaño.
-¿Por qué me castigaste sin que lo mereciera?- le preguntó.
-Cuando percibí tu inteligencia, supe inmediatamente que un día heredarías
el trono de tu padre- respondió el maestro–, y quise mostrarte cómo la
injusticia puede marcar a un hombre para el resto de su vida. Espero que tú
nunca castigues a nadie sin motivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario