Páginas

viernes, 28 de marzo de 2014

Concierto

Concierto de Solsticio de Verano 2013
 
Publicado el 14/07/2013
          
Marc Pulido sintió que tenía que hacer este concierto y yo sentí que tenía que grabar y compartir ese momento tan especial. Por tanto nos reunimos junto con unas doscientas personas en la tarde del día 22 de junio de 2013, para crear y compartir un espacio de música y magia, lo que podríamos llamar, el primer solsticio de verano de la nueva era de la humanidad.

El lugar elegido fue la montaña sagrada de Montserrat, concretamente los alrededores del Monasterio de Santa Cecília, una antigua abadía benedictina y que es el primer monasterio documentado en la montaña de Montserrat.

De parte de Marc y mía, aquí tienes parte de ese concierto mágico, concretamente la puesta de sol y el momento de la llegada de la oscuridad en un montaje de vídeo sobreponiendo. Que lo disfrutes tanto como las doscientas personas disfrutaron ese momento.


lunes, 24 de marzo de 2014

Somos influenciables por naturaleza

El deseo de controlar la mente de otro es tan antiguo como el hombre. A lo largo de la Historia se han desarrollado técnicas de lavado de cerebro muy variadas. Algunas de las formas más crueles son la tortura y el acoso psicológico. Pero también hay otras formas más sutiles: publicidad y educación.

Una actúa en beneficio de la otra: la manipulación de ideales y principios que consigue el tándem formado por educación y publicidad es poderoso y duradero. La educación encuentra la diana más fácil en las mentes jóvenes: su objetivo es forjar ciudadanos que mejoren su poder adquisitivo y también inculcarles una buena predisposición a consumir. Del resto se ocupa la publicidad, que promete un poco más de felicidad con cada compra. No nos sentimos amenazados por este lavado de cerebro sigiloso: lo permitimos.


"El alma está en el cerebro"
(Eduardo Punset)

sábado, 22 de marzo de 2014

jueves, 20 de marzo de 2014

Cuento Zen

“Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece … ¡más de treinta metros!
 
- ¿Tarda sólo seis semanas en crecer?
 
- ¡No! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después.
En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizá por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente de que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.” 

Cuento zen

domingo, 16 de marzo de 2014

viernes, 14 de marzo de 2014

Los tiempos están cambiando ahora de nuevo

¡ Eso sí que es tocino de verdad ! -dicen-. Mejor que el que compramos en las tiendas. Mi madre solía hacerlo cuando yo era un muchacho. Entonces producíamos todos nuestros alimentos.
¿Y por qué ahora no? -preguntó.

-¡Ah, los tiempos han cambiado!

Pues ahora están cambiando de nuevo.

jueves, 13 de marzo de 2014

"Descubrir a un ser humano"

Si sabes mirar en tus semejantes más allá de sus defectos, más allá de sus virtudes y más allá de sus carencias y apariencias, descubrirás a un ser humano, ni más ni menos vulnerable, defectuoso y limitado que tú mismo.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Cuento

La última noche del mundo
        Ray Bradbury
¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?

-¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?

-Sí, en serio.

-No sé. No lo he pensado.

El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.

-Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.

-¡No lo dirás en serio!

El hombre asintió.

-¿Una guerra?

El hombre sacudió la cabeza.

-¿No la bomba atómica, o la bomba de hidrógeno?

-No.

-¿Una guerra bacteriológica?

-Nada de eso -dijo el hombre, revolviendo suavemente el café-. Solo, digamos, un libro que se cierra.

-Me parece que no entiendo.

-No. Y yo tampoco, realmente. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, y solo una cierta paz -miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara-. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.

-¿Qué?

-Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.


lunes, 10 de marzo de 2014

La paradoja de nuestro tiempo

Por el Dalai Lama

Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas;
más comodidades pero menos tiempo.
Tenemos más títulos, pero menos sentido común;
más conocimientos, pero menos juicio;
más medicinas, pero menos salud.
Hemos ido a la Luna y hemos vuelto,
pero nos cuesta cruzar la calle para conocer a los nuevos vecinos.
Hemos construido ordenadores que almacenan más información,
para producir más ejemplares que nunca,
pero gozamos de menos comunicación.
Nos hemos excedido en cantidad,
quedándonos cortos en calidad.
Es la era de la comida rápida y la digestión lenta;
de los hombres altos pero el carácter enano;
de los grandes beneficios pero las relaciones superficiales.
Es la era en que hay mucho en el escaparate,
pero nada en la habitación.

XIV Dalai Lama

y, poco a poco,
 
casi en automático,
 
iremos reabriendo...
 
más o menos,
 
dónde lo dejamos.....
 
                                    Apertas.
 
Roberto.