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lunes, 24 de marzo de 2014

Somos influenciables por naturaleza

El deseo de controlar la mente de otro es tan antiguo como el hombre. A lo largo de la Historia se han desarrollado técnicas de lavado de cerebro muy variadas. Algunas de las formas más crueles son la tortura y el acoso psicológico. Pero también hay otras formas más sutiles: publicidad y educación.

Una actúa en beneficio de la otra: la manipulación de ideales y principios que consigue el tándem formado por educación y publicidad es poderoso y duradero. La educación encuentra la diana más fácil en las mentes jóvenes: su objetivo es forjar ciudadanos que mejoren su poder adquisitivo y también inculcarles una buena predisposición a consumir. Del resto se ocupa la publicidad, que promete un poco más de felicidad con cada compra. No nos sentimos amenazados por este lavado de cerebro sigiloso: lo permitimos.


"El alma está en el cerebro"
(Eduardo Punset)

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