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domingo, 15 de septiembre de 2013

La ventana

Cuentan que dos hombres gravemente enfermos compartían habitación en un sanatorio. Uno yacía bocarriba al lado de la única ventana que daba al exterior; el otro se hallaba tendido bocabajo a causa de sus dolencias. También compartían las conversaciones con sus respectivas familias, sus trabajos sus experiencias, sus proyectos, sus aventuras, sus tristezas... Al cabo de un tiempo, al constatar cierta mejoría, el médico permitió al hombre de la cama de la ventana incorporarse una hora al día. De este modo, cada tarde podía divisar el paisaje y relatar a su compañero todo cuanto veía. La ventana -decía- daba a un parque con un lago de imponente belleza en el que los patos y los cisnes se deslizaban por el agua. Los niños jugaban a alrededor; los enamorados paseaban tomados de la mano frente a un paisaje de árboles majestuosos; a lo lejos, se divisaba la ciudad.

Pasaron los días y el hombre de la ventana recibió el alta facultativa. Tras una larga afectuosa despedida, su compañero pidió a la enfermera que le cambiara a la cama de la ventana. Con dolor, consiguió incorporarse impulsado por el ferviente deseo de mirar y gozar del mundo a través de sus propios ojos. Pero al asomarse a la ventana únicamente vio una pared, la del edificio de enfrente. Confundido y entristecido, preguntó a la enfermera por la razón de semejante engaño, a lo que ella respondió: "Tal vez solo deseaba darle a usted una alegría".

1 comentario:

  1. Creo que esto ya lo has puesto tio.
    De todas formas ¿de que sirve el engaño del colega si después te enteras de cual es la realidad?
    O es que la realidad no esta fuera ni dentro.
    Quiza si sales del nido no te engañes, ni te engañen.

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