Se reduce a la persona a un recurso que puede ser explotado para obterner la mayor rentabilidad posible. Lo que no produce, desde la óptica econónica, no sirve, se margina. Es la banalización de la política al servicio de la economía. Las empresas gobiernan y los servicios gestionan. Se ha llegado a las despersonalización convirtiéndonos en mercancías, en valores mercantiles, en medios para alcanzar fines financieros.
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