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domingo, 15 de abril de 2012

Caminar en dirección a la luz

Muchos maestros de Oriente nos enseñan que somos seres espirituales y que todos nuestros deseos terrenales no son más que la sombra que nuestros cuerpos materiales proyectan sobre la tierra.
Acompañando a esta metáfora, me pregunté un día si en ese planteamiento no está la explicación de mucho, si no todo, lo que nos pasa.
Imagínate que yo decida, siendo fiel a las pautas que la educación de nuestra sociedad de consumo me ha sabido inculcar, correr tras las posesiones que ambiciono o que se corresponden con mi ubicación social, según la norma de mi entorno y mi época.
Si yo representara esa actitud a la luz de la metáfora planteada, sería el equivalente de tomar la decisión de correr tras mi sombra.
Ahora bien, si cualquiera tomara tan estúpida decisión, ¿qué pasaría?
Primero, nunca alcanzaría lo que persigue.
Segundo, cada vez estaría más lejos.
Tercero, lo perseguido sería cada vez más grande.
Cada vez más grande, cada vez más lejos y con garantía de fracaso... ¿No hay peor verdad?
Pero ¿qué pasaría si ahora mismo me diera cuenta y, girando sobre mis pasos, decidiera caminar hacia la luz, en lugar de correr tras la sombra?
Pasarían simbólicamente tres cosas.
Poco a poco, la sombra sería más y más pequeña.
Cada vez estaría más cerca.
Y, finalmente, cuando me acercase mucho a la luz, la sombra desaparecería por completo.
Éste es el camino de este paso, dejar de correr tras la sombra de nuestro deseo de poseer, de acumular, de tener. Caminar en dirección a luz y dejar que las cosas que deseo me sigan hasta alcanzarme.

"20 pasos hacia adelante"
(Jorge Bucay)

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