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lunes, 7 de febrero de 2011

"..."

Percibir los múltiples sonidos sutiles de la naturaleza: el susurro de las hojas al viento, la caída de las gotas de lluvia, el zumbido de un insecto, la primera canción del pájaro al amanecer. Entregarnos completamente al acto de escuchar. Más allá de los sonidos, hay algo mayor: una sacralidad que no puede ser comprendida a través del pensamiento. 

1 comentario:

  1. Bos días, Roberto!!
    Me ha emocionado y conmocionado lo que has escrito aquí...
    La base de meditar... de la acción de meditar... es escuchar...
    Escucharnos a nosostros mismos... dejar la atención, y simplemente escuchar...
    Pero ésto, que duda cabe que es difícil... por lo tanto, un buen comienzo sería escuchar los sonidos de la naturaleza...
    Y en los sonidos, perplejos podemos acudir al silencio que nos devuelve a la humilde presencia... de nosotros mismos... sin rastro de pensamiento...
    El sonido de la lluvia es magistral!!
    Somos (verdad??), tan inmesamente pobres en la abundancia!!!!!!!!
    Cerrar los ojos...
    Escuchar...
    Abrir los ojos...
    Mirar...
    Como tu bien dices, los "sonidos sutiles"....
    El placer sin fin de percibirlos!!
    Graciñas por tan sabia reflexión!!

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