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miércoles, 2 de febrero de 2011

El camino de la fuente

Un aguador de la India tenía sólo dos grandes vasijas que colgaba en los

extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros.


Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que al

final de camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era

"perfecta" y mantenía intacto su contenido.


Esto sucedía diariamente. La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus

logros pues se sabía idónea para los fines para los que fue creada. Pero la

pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no

poder cumplir correctamente su cometido. Así que al cabo de dos años le dijo

al aguador:


"Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas

sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo"


El aguador le contestó: "Cuando regresemos a casa quiero que notes las

bellísimas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo la tinaja

y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero

siguió sintiéndose apenada porque al final sólo guardaba dentro de sí la

mitad del agua del principio.


El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen

en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré

semillas de flores. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y

tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza. Todos somos

vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de

aprovechar las grietas para obtener buenos resultados."

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