Un ministro evangelista conducía un servicio religioso en un manicomio. Su discurso se vio súbitamente interrumpido por uno de los internos, que gritaba enloquecido:
-¡Me pregunto si tengo que estar escuchando todas estas tonterías!
El ministro, sorprendido y confuso, se volvió hacia el guardia y preguntó:
-¿Debo dejar de hablar?
El guardia respondió:
-No, no, siga usted, no volverá a ocurrir. Ese hombre sólo tiene un instante de cordura cada siete años.
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