Un hombre encontró la lámpara de Aladino tirada por ahí. Como era un buen lector, el hombre la reconoció y la frotó. El genio apareció, hizo una reverencia, se ofreció:
- Estoy a su servicio, amo. Pídame un deseo, y será cumplido. Pero ha de ser un solo deseo.
Como era un buen hijo, el hombre pidió:
- Deseo que resucites a mi madre muerta.
El genio hizo una mueca:
- Lo lamento, amo, pero es un deseo imposible. Pídame otro.
Como era un buen tipo, el hombre pidió:
- Deseo que el mundo no siga gastando dinero en matar gente.
El genio tragó saliva:
- Este... ¿cómo dijo que se llamaba su mamá?
"Patas arriba. La escuela del mundo al revés"
(Eduardo Galeano)
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