A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos.
Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla.
Boas noites!!
ResponderEliminarPrecioso relato!!
El mundo sería más "bello" si siguiésemos este consejo..........
Todo lo que aprendemos, viene, tiene su esencia en conocimientos antiquísimos..... pero...... (siempre los "peros"!!)...... qué difícil nos resulta reconocerlo!!!!!!
No hay nada nuevo bajo el sol.
Y el "maestro" se reconoce como tal, cuando incorporamos su sabiduría..... no cuando la juzgamos....... no cuando la doblegamos a nuestras intenciones más o menos "oscuras...
Biquiños atlánticamente agarimosos!!