Gérad Filoche, inspector de trabajo en París, ha comprobado que el ladrón que roba la radio de un auto sufre más castigo que el empresario responsable por la muerte de un obrero en un accidente evitable.
Filoche sabe, por experiencia propia, que son muchas las empresas francesas que mienten los sueldos, los horarios y la antiguedad de los trabajadores, y que impunemente eluden las normas legales de seguridad y de higiene: "Los asalariados deben callarse", dice, "porque viven con el cuchillo del desempleo en la garganta".
Por cada millón de violaciones a la ley que los inspectores de trabajo constatan en Francia, sólo trece mil cuentan con la condena al término de los procesos. Y, en casi todos los casos, esa condena consiste en el pago de una multa ridícula.
(Fuente desconocida)
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