Me niego. Si he dicho me niego. Me niego a ser como todo el mundo. No quiero ser una oveja del rebaño. Reclamo mi derecho a ser “diferente”. Diferente en cualquiera de las aceptaciones que permite este adjetivo.
Me niego. Si he dicho me niego. Me niego a vestir como todo el mundo, a oir la misma música que oye todo el mundo, a disfrutar con lo que disfruta todo el mundo, a ver los programas de la tele que ve todo el mundo, a ir a los mismos sitios que va todo el mundo, etc...
Me niego. Si he dicho me niego. Me niego a no poder desarrollar plenamente mi personalidad. Me niego a no poder tener gustos e inquietudes diferentes. Si me niego.
Me niego. Si he dicho me niego. Me niego a que mi vida este escrita y programada desde mi principio hasta mi final.
Me niego. Si he dicho me niego. Me niego a no poder desarrollarme como persona en todas sus dimensiones: social, espiritual, física, intelectual, etc...
Y, PARA TERMINAR, ME NIEGO, SI HE VUELTO A DECIR ME NIEGO. ME NIEGO A NO PODER DIRIGIR MI CANOA POR EL RÍO DE MI VIDA. QUIERO PODER ELEGIR EN LAS INTERSECCIONES. QUIERO PODER ESQUIVAR LOS “ESCOLLOS” QUE SE ME PLANTEEN EN ESE NAVEGAR. QUIERO PODER CONTINUAR DIRIGIENDO MI CANOA HASTA DESEMBOCAR EN EL MAR DE LA/MI FELICIDAD.
¿ACASO NO TENGO DERECHO?
Roberto Carlos Sande Barcia.
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