¿No pueden comprender los trabajadores que, al trabajar en exceso, agotan sus fuerzas y las de su progenie que están extenueados y, mucho antes de que les llegue el momento, son incapaces de hacer nada; que, absorvidos y brutalizados por ese vicio, ya no son hombres sino fragmentos de hombres que matan todas las bellas facultades de su interior para no dejar viva y floreciente más que la furiosa locura del trabajo?
Paul Lafague.
("El derecho a la pereza" - 1883)
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