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sábado, 6 de agosto de 2011

"..."

En sus poemas, Ryokan hace alusiones a un bosque de bambúes que rodea su cabaña. Le gustaba mucho su sabor, pero sobre todo cómo crecían de rectos, su intenso verdor, que mantenía todo el año, sus raíces hundiéndose firmemente en el suelo, mientras que el tronco es hueco, simbolizando la nada.

1 comentario:

  1. Boas tardes, Roberto!!
    No tengo ni idea de quién es Ryokan... o algo así...
    Pero de inmediato recordé a cierto profesor (osteópata... sabio... humilde... buena persona), que un día me recomendó ser "el junco".
    No... nada de "be water"...
    No... nada de "se buena persona"...
    No... nada de "se budista"...
    No... nada de "se... esencialmente se, como el zen"...
    No.
    Nada de esto... o aquello...
    Nada.
    Básicamente, me recomendó "ser junco".
    Ser ligera.
    Ser flexible.
    Como el junco.
    El junco.
    Según me explicó Jean (este profesor), el junco, tarda siete años (siete años!!!!!!!!!!!!), en fijar sus raíces a la tierra... lo cual, significa que durante este espacio de tiempo, el junco es "invisible".
    Una vez que brota, se vuelve férreo... inamovible... duro... eterno!!
    Posee el "don de la flexibilidad", por lo tanto, jamás se quebrará y seguirá unido sólidamente a la tierra.
    Ser junco.
    Por dentro.
    Por fuera.
    Con nosostros mismos.
    Con los demás.
    Ser junco.
    Eterno.
    O perecedero.
    Pero "ser junco", es lo único real......
    Es lo tangible.
    Es lo imaginario.
    Es el sueño.
    Es la realidad.
    En fin....... de esta "lección", hace ya seis años..........
    Todavía estoy intentando "ser junco".....
    Biquiños atlánticamente agarimosos!!!!!!

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