Era un yogui errante que había obtenido un gran progreso interior. Se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis. Estaba en tan elevado estado de consciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante.
Poco después pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo: “Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad no vaya a ser que venga un policía a prenderle a él y también me coja a mí”. Y huyó corriendo. No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar.
Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: “Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse”.
Y, tambaleándose, se alejó. Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.
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Así como cada uno proyecta lo que lleva dentro, así el sabio reconoce al sabio.
Boas tardes!!
ResponderEliminarSiempre ocurre así!!
Siempre se "atraen" a los iguales... lo cual, no incita a despreciar a los distintos...
Da igual si se busca la "postura espiritual", o la "postura más terrenal"...
Siempre estaremos mejor con los que se asemejan a nosotros... pero que interesante es poder salirse del tiesto!!... y digo, "interesante", porque la realidad, no es así...
Excepto algún que otro caso de "despiste".
Claro que la gran riqueza espiritual... nace del puro despiste, del puro estar sin ser... o simplemente, de la meditación simple y austera...
No sé... quizá me deje guiar demasiado por un concepto....... digamos........ no sé, universal, marxista-leninista.........
Creo que todos somos un poco "yoguis errantes"... pero si no conociésemos a lo largo de nuestra vida a ladrones y borrachos, estaríamos....... simplemente incompletos!!!
Biquiños atlánticamente agarimosos!!