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domingo, 24 de junio de 2012

El anillo del Rey

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores
diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje
que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis
herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser
un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios y grandes eruditos. Podrían haber
escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres
palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su
padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por
tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso
respeto por el anciano, de modo que también lo consultó.

Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.

Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y
en una ocasión me encontré con un Sacerdote. Era invitado de tu padre y yo
estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio
este mensaje, el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo
dio al rey, diciendo:

"Pero no lo leas le dijo, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo
cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la
situación."

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el
reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo
perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar
donde el camino se acababa, no había salida. E nfrente había un precipicio y
un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el
enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos.

No podía seguir hacia adelante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un
pequeño mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía... "ESTO TAMBIÉN
PASARÁ".

Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran
silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el
bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a
poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía
profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas
palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y
reconquistó el reino. El día que entraba de nuevo victorioso en la capital
hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso
de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

- ¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente
celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación
sin salida.

- Escucha, dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones
desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para
cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es
sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:

"ESTO TAMBIÉN PASARÁ", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio,
en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego,
había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había
iluminado. Entonces el anciano le dijo:

- RECUERDA QUE TODO PASA . Ninguna cosa, ni ninguna emoción son permanentes.
Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza.

Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la
naturaleza misma de las cosas. GRÁBATELO BIEN EN TU CABEZA Y EN TU CORAZÓN.

1 comentario:

  1. Bos días!!
    Y que gran verdad encierra este relato!!!!!!!!
    Esto también pasará...
    Todo pasará...
    Es la esencia del duelo...
    Es la esencia de la humildad...
    El reconocernos como seres humanos limitados... porque cuando somos ilimitados, es precisamente, cuando nos replegamos, cuando humildemente reconocemos que somos una infinitesimal parte del universo...
    Hasta el dolor más profundo pasa...
    A veces, deja huella...
    Pero si somos capaces de mirar sin rencor, sin maldad... simplemente mirar...
    Experimentar ese dolor... sí!!
    Porque negarlo es darle más cabida... más presencia... más consolidación...
    Aceptarlo.
    Sentirlo.
    Palparlo.
    Y luego....... dejarlo marchar...........
    Como una leve brisa...
    Como una suave ola que acaricia los pies...
    Porque...
    Todo...
    Pasa...
    Y ESTO TAMBIÉN PASARÁ.........
    Lo mismo ocurre cuando nos aferramos a lo material... a lo insustancialmente material...
    Tanto tenemos... como la vida nos da un saludo-empujón, que nos reconduce rápidamente hacia la realidad...
    Y tomamos conciencia.
    Y nos detenemos.
    Y si en lugar de pensar: "qué desgraciada soy"... nos situamos en el pensamiento: "ESTO TAMBIÉN PASARÁ"... ya estamos en el camino...
    Y nos caemos una y otra vez...
    Y si tropezamos una y otra vez...
    No pasa nada... no hay problema...
    Todo pasará...
    Porque en eso... ésto... consiste la vida...
    O eso, al menos, pienso yo...
    Biquiños atlánticamente agarimosos!!

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