Así
es: en realidad la gente no quiere crecer; en realidad la gente no quiere
cambiar, no quiere ser feliz. Como alguien me dijo muy acertadamente. “No
intentes hacerles felices; sólo te meterás en problemas. No trates de enseñar a
un cerdo a cantar; sólo conseguirás desperdiciar tu tiempo e irritar al
animal”. Es como aquel hombre de negocios que entró en un bar, se sentó y vio a
su compañero con un plátano en la oreja; ¡un plátano en la oreja! Y piensa: “Me
pregunto si se lo debería decir. No, no es asunto mío”. Pero el pensamiento le
inquieta. De modo que, después de un trago o dos, dice a su amigo:
-
Perdona,
tienes un plátano en la oreja.
-
¿Qué?
–dice el compañero.
-
Que
tienes un plátano en la oreja –repite el hombre de negocios.
-
¿Qué
me dices? –repite el compañero.
-
Que
tienes un plátano en la oreja – dice el hombre de negocios gritando.
-
¡Habla
más alto! ¡Tengo un plátano en la oreja!.
Por
tanto, no sirve de nada. “Renuncia, ríndete”, me digo a mi mismo. Di lo que
tengas que decir y vete de aquí. Y si ellos se benefician, genial, y si no lo
hacen, ¡que pena!
Despierta”
Anthony de Mello
Bos días!!
ResponderEliminarEste relato, me recuerda ciertas actitudes de algunas personas (generalmente terapeutas... o "terapeutistas", como a mí más me gusta describirlo), que sin necesitar de sus servicios se empeñan una y otra vez en ofrecerse...
Porque claro, "Tú estás muy mal... tú me necesitas..."... y digo yo.........
Es tan difícil respetar la libertad individual, sin llegar al menosprecio??
Es tan difícil deshacerse del ego??
Si yo pido ayuda, está bien que me la des.
Si no pido ayuda, déjame... quizá sólo quiera estar MÁS PRESENTE EN MI PROPIO PROCESO.......
Sólo éso.........
Biquiños atlánticamente agarimosos!!
Igual, tiene razón Antonio, y vos sos una de las que tienen la banana en la oreja.
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