Desde el triunfo de la industrialización la vida no ha dejado de acelerarse. Cada vez queremos más, mejor y más rápido. Esta demanda repercute en un desgaste personal y en un entorno incompatible con la serenidad y que crea mucho más estrés que felicidad. Para combatir este culto a la velocidad ha nacido el movimiento mundial de la lentitud.
Te animo, cuanto menos, a profundizar en él.
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