Es increible. Se puede conseguir la victoria sin tan siquiera tener que ir a la batalla.
Simplemente, caminemos, con el corazón a la escucha sin permanecer ciegos a las manos que se extienden hacía nosotros y nos llaman.
Quizás, si hiciésemos propias las necesidades ajenas y cada uno fuésemos responsables de las demás personas y de su felicidad, todo sería, al menos, diferente.
Debemos escuchar también lo que el otro no nos dice: sus miedos, sus deseos, sus temores, sus esperanzas, etc...
ACEPTEMOS A LA PERSONA TAL Y COMO ES, NO A PESAR DE COMO ES.
Recordemos que existen pozos ocultos en el desierto que son los que nos embellecen.
Roberto Carlos Sande Barcia.
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